Haciendo tubing |
Llegamos a Vang Vieng de noche. El bus paró de pronto en un descampado y el conductor dijo: “Vang Vieng”, a lo cual tuvimos que bajar precipitadamente y esperar bajo la lluvia a que nos dieran las mochilas que estaban encima del bus. Por lo que se podía intuir, no estábamos precisamente en la parte más céntrica del pueblo, pero había un guesthouse cerca, así que mientras Jordi recibía las mochilas fui hacia allí para ver si tenían habitaciones.
Me acerqué y me encuentré lo que parecía una sala de estar y una familia tumbada en un sofá viendo la tele. Les pregunté si tenían una habitación doble, por suerte entendían un poco de inglés y me dijeron que sí, me la mostraron y tanto la habitación como el precio, 50.000 kips, me parecieron bien, así que la cogí. Luego nos dimos cuenta que el lavabo era de lo más curioso: el lavamanos no tenía desagüe, por lo que cuando abrías el grifo el agua caía directamente al suelo, y el WC era de los que te encuentras en los baños públicos, es decir, que no tenía cadena sino que tenías que echar tú el agua con un cazo. Además, para llegar a la habitación tenías que subir unas escaleras tan altas y empinadas que casi tenías que hacer escalada libre (este tipo de escaleras, por algún motivo que escapa a mi entendimiento, son muy frecuentes en Tailandia y Laos).
Con todo esto, lógicamente al día siguiente nos fuimos corriendo y empezamos a buscar alojamiento en el centro. Nos metimos en un guesthouse llevado por un inglés, al parecer muy popular entre los mochileros porque se da un aire como muy de chillout. Nos dieron la habitación del ático, enorme, rodeada de ventanas, con balcón y dos camas dobles, por 120.000 kips (unos 8 euros). Yo hubiera preferido una doble normal por 80.000 kips, pero no quedaban.
Vang Vieng resulta hasta agradable por diversos motivos: está situado en un valle atravesado por un río y rodeado de altas montañas, algunas con pintorescas formas de flan; tiene una atmósfera muy mochilera que te transmite buen rollo y te dan ganas de quedarte varios días simplemente tumbado por ahí tomando cervezas; y finalmente, puedes gozar de pequeños placeres como masajes y sabrosos batidos de frutas, a mejores precios que en Tailandia o Luang Prabang.
Una vez vistos los programas y precios de los packs de aventura de unas cuantas agencias de viajes –todos están entre 90.000 kips (unos 6 euros) y 130.000 kips (unos 9 euros) para un día-, decidimos que vamos a montárnoslo por nuestra cuenta, ya que no nos interesa ni hacer kayac –ya tuvimos bastante en el río Zambeze, con cocodrilos e hipopótamos incluidos-, ni tubing por el río, puesto que hay la posibilidad de hacerlo dentro de una cueva, lo cual nos gusta más. Así que al final optamos por alquilar los servicios de un tuk tuk, que por 100.000 kips nos llevará a visitar cuatro cuevas, una de ellas la del tubing. Acordamos con el conductor que nos pase a recoger por el guesthouse por la mañana a las 9.
Así de kitsch construyen en Vang Vieng |
De esta forma tan gafe se acaba el día, esperamos que la visita programada a las cuevas de mañana resulte mejor...
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