"Un viaje de mil millas empieza con un paso." Lao Tse.

sábado, 31 de mayo de 2008

China: Kunming, el mahjong y las sillas de mimbre

Kunming: tradición y modernidad
La región de Yunnan, en el sudoeste de China, es lo mas cerca que estuvimos del Tibet, ya que no pudimos obtener el permiso necesario para poder entrar (estaban a punto de celebrar las Olimpiadas y no dejaban a los turistas ir al Tibet). De hecho, si se tiene poco presupuesto uno puede hacerse una idea bastante buena de lo que es el Tibet en Yunnan, sobre todo en Zhongdian – o Shangri La, como la llaman turísticamente los chinos-, donde se encuentra un monasterio en versión reducida del Potala de Lhasa.

La capital de la región es Kunming, una ciudad con algún que otro atractivo aunque no demasiado turística, por lo que resulta complicado encontrar agencias de viajes en las que contratar tours y mas aun moverse por cuenta propia. La primera impresión de Kunming, y si además nunca has estado en China, es que no tiene nada que envidiar a una ciudad mediana estadounidense, con su skyline de rascacielos y multitud de centros comerciales. No esperábamos para nada que Kunming fuera una ciudad tan moderna y ostentosa.

Tortugas pintadas en el Templo de Yuantong
Nuestro primer día en una ciudad china ya fue decepcionante, pues pensamos que podíamos ir a cualquier sitio en transporte público: nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, intentamos ir al Templo de Bambú siguiendo las indicaciones de la Lonely Planet, con el resultado de que perdimos unas horas buscando un bus inexistente hasta que desesperados acabamos preguntando en una comisaría. Los policías muy amables pero ninguno hablaba inglés, hasta que apareció una mujer que chapurreaba algo, pero tampoco nos supo decir cómo ir al Templo de Bambú. 


Ancianas jugando al mahjong
Después de darnos de frente con la realidad -en China casi no se habla inglés-, optamos por recorrer a pie los principales puntos de interés de la ciudad. Destacan en Kunming el gran complejo budista de Yuantong y las Pagodas del Este y el Oeste. El primero sorprende por los centenares de tortugas que hay en su lago, algunas de ellas con el caparazón pintado... En cuanto a las pagodas, lo mas divertido  es dar una vuelta por un parque que hay al lado lleno de abuelitos jugando al mahjong (una especie de dominó muy complicado). Un abuelo nos invitó a probar el juego, y ya nos ves ahí sentados frente a el mirando el tablero sin saber que hacer, el abuelo mirándonos a nosotros esperando que moviéramos alguna ficha, y así estuvimos cinco minutos con cara de tontos hasta que al final le dijimos al pobre abuelo con gestos que no teníamos ni idea... Desde luego éramos la atracción del parque, porque a continuación una abuela nos cogió por banda y nos invito a sentarnos un rato con ella, con el propósito, como no, de contarnos su vida de joven: que si había vivido en Shanghai, que allí había aprendido inglés, que de Kunming solo le gustaba el clima primaveral, etc. Ya nos ves ahí escuchando a la pobre viejecita y pensando como se lo decíamos para irnos, al final nos despedimos amablemente y nos alegramos de haber hecho un poco de compañía a aquella anciana...

Coreografía con abanicos en el Parque del Lago Verde
Ya por la tarde, fuimos al Parque del Lago Verde, que estaba abarrotado de chinos que se divertían a su manera: niños sobre divertidos patines en el lago, gente bailando en círculos, mujeres ensayando una coreografía con abanicos... En fin, toda una variedad de vida social china concentrada en un parque. 
Sin embargo, lo más interesante de Kunming está en las afueras,  concretamente en Xi Shan (montaña del oeste), un lugar lleno de templos esparcidos por la montaña, que culmina en la cima con la Puerta del Dragón, un conjunto de grutas, esculturas, corredores y pabellones adosados a un precipicio. Por suerte, para ir A Xi Shan  sí que encontramos un bus, concretamente el 51 desde Wu Ting Qiao, parando en Gao Yao. La vuelta la tuvimos que hacer en furgoneta. Encima que nos salió más caro que el bus, el conductor tuvo el morro de parar a medio camino, hacernos bajar y mandarnos subir a un autobús publico que iba abarrotado –cuando habíamos pagado 20 yuanes por viajar sentados-. Nos enfadamos tanto que al bajar de la furgoneta nos llevamos un par de asientos de mimbre, los cuales usamos para sentarnos en el bus. Ya nos veis a nosotros dos en un bus lleno de chinos de pie, allí sentados en un par de ridículas sillas de mimbre... Pues así íbamos y, claro, todos los chinos se reían de nosotros, pero nosotros ni caso que bien que íbamos sentados mientras que los demás iban de pie..

En la Puerta del Dragón, tocando una piedra que da suerte







No hay comentarios:

Publicar un comentario