"Un viaje de mil millas empieza con un paso." Lao Tse.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Cosas que nos sorprendieron al llegar a China

Cuando entramos en China ya llevábamos un mes y pico viajando, habíamos estado en Tailandia, Laos y Vietnam y creíamos que ya habíamos visto de todo, sin embargo nada nos preparó para todo lo que íbamos a vivir en el particular "universo chino"... El primer contacto con una ciudad china fue Kunming, una ciudad mediana que sin embargo, a nuestros ojos europeos, parecía inmensa. Allí fue donde nos dimos de bruces con las peculiares costumbres chinas y nos dimos cuenta de que aquello no iba a ser fácil... 

Estas son algunas de las curiosidades con las que topamos en Kunming:
  • Nos fijamos en que las motos no hacían nada de ruido, a lo cual pensamos que era porque en las bajadas iban en punto muerto para ahorrar gasolina, ¡qué ingenuos! Lo que ocurría es que todas eran eléctricas! 
  • La gente escupía por la calle con total normalidad y además lo hacían de forma muy sonora, es decir, en plan asqueroso total. No encontrábamos inodoros "normales", es decir, con taza para sentarse, incluso en el Kentucky Fried Chicken tenían un agujero en el suelo (no en el McDonalds). A veces nos colábamos en los grandes hoteles o en los restaurantes finos para usar su baño, y aun así, no siempre había garantías de encontrar una taza... Además, casi nunca había papel, con lo que siempre había que llevar encima un rollo o kleenex.   
  • En los restaurantes generalmente no ponían servilletas. Si las pedías, te daban un cajetín con pañuelos de papel. Obviamente, siempre nos servían la comida con palillos, aunque en los lugares más finos solían poner cuchillo y tenedor.   
  • Había un Carrefour como los de España, sin embargo en este, en la sección de pescadería, . ¡vendían tortugas y ranas vivas para comer!       
  • Los niños pequeños llevaban un agujero en el pantalón (a veces tan grande que se les veía todo el culete), ¡para hacer caca y pipi en la calle!  
La pescadería del Carrefour de Kunming

Ranas en venta en el Carrefour

Las tortugas del Carrefour

Típico embutido chino, en un mercado callejero

Algunos jóvenes se divertían saltando con esos artilugios

En el parque casi fuimos atropellados por ese bicho
 

viernes, 6 de mayo de 2011

Qué poner en la mochila (o maleta) para un viaje largo

Todo lo que puede caber en una mochila... Foto: flickr

Si vas a viajar más de un mes, aquí tienes unos cuantos consejos para preparar tu mochila o maleta. En primer lugar, ¿mochila o maleta? Soy de la opinión que uses mochila si vas a estar fuera un largo tiempo y te vas a desplazar mucho, en cambio puedes usar una maleta si vas a ir de avión a hotel y no te vas a complicar la vida cogiendo demasiados transportes locales. En definitiva, mochila para viajes poco planificados y de bajo presupuesto, y maleta para viajes más organizados y cómodos.

Una vez decidido esto, no te vayas a pasar con el tamaño... La mochila que sea proporcional a tu estatura y corpulencia, mientras que una maleta demasiado grande no es práctica. En ambos casos, llevar demasiado peso no conviene; en el caso de la mochila, porque te acabará destrozando la espalda, en el caso de la maleta, porque no lo permiten las compañías aéreas (algunas sólo dejan hasta 15 Kg.) y porque se pueden romper fácilmente las ruedas. Vale la pena gastar un poco de dinero en una buena mochila o maleta que sean resistentes (va a haber muchos golpes, rozaduras, abrir y cerrar, etc.). La mochila es conveniente que se abra por el medio como una maleta ya que así se puede acceder fácilmente a su contenido.

Hay que ser prudente a la hora de hacer el equipaje y llevarse sólo lo necesario, teniendo en cuenta que algunas cosas será mejor comprarlas en destino.

Ropa:

Coge la ropa que utilizarás para una semana, es decir, un par de pantalones, unos shorts o falda, unas cuantas camisetas, siete slips y calcetines, nada más. Si el destino es frío, coged un par de jerseys y una chaqueta. Si necesitas algo más, lo puedes comprar en destino, aunque mi regla es que si compro algo a su vez tiro o regalo otra cosa, así no acumulo. Esa poca ropa que lleves la irás lavando y reusando. La puedes lavar en la habitación o utilizar una lavandería mejor de la calle, ya que las de los hoteles son caras.

La ropa tiene que ser ligera y que no se arrugue, de fácil combinación (colores neutros). En la mochila, ponla enrollada, no plegada. Si necesitas zapatos voluminosos (por ejemplo, de trekking), llevalos puestos cuando salgas y otros de repuesto más ligeros y versátiles en la maleta. No aconsejo colgar los zapatos de la mochila porque a mas de uno se los han birlado...Normalmente las mochilas tienen un compartimento separado inferior exclusivamente para los zapatos. No olvides unas sandalias, las puedes usar en miles de situaciones: en las duchas para evitar hongos, en la playa, en la calle, etc.

¿Portátil, sí o no?

En nuestros seis meses por Asia llevamos uno y no precisamente de los pequeños (aun no existían). Nos iba bien para descargar los cientos de fotos que hacíamos, anotar los gastos en una hoja de cálculo para comprobar que no nos excedíamos del presupuesto e ir escribiendo un poco de diario, sin embargo resultaba bastante incomodo. Sobre todo si llevas aparatos nunca los pongas cerca de una botella de agua, es fácil que se derrame y deje el aparato inservible. Si solo te quieres conectar a Internet, pasa de aparatos y ve a los cibercafes o usa los ordenadores del hotel, esto evitará además engancharse demasiado a la tecnología y no disfrutar realmente de lo de fuera. Si aun así crees que te vas a morir si no te vas con algo, llevate un notebook o un ipad, algo ligero.

En cuanto al móvil, no es necesario a no ser que no te importe pagar unas facturas descomunales en llamadas. Lo normal es comunicarse con la familia y amigos por e-mail, pasarles algunas fotos y hacer una videollamada -con Skype, por ejemplo-, de vez en cuando. Si es necesario llamar por teléfono -siempre hay algún pariente que no tiene Internet-, se puede hacer desde cualquier locutorio, donde sale bastante barato.


Cosas que hay que llevarse (aunque algunas parezcan absurdas):
  • Un rollo de papel de váter
  • Una pequeña linterna, mejor de tipo frontal
  • Un blog de notas y boli
  • Un reloj con despertador, aunque si tenéis móvil no va a hacer falta.
  • Algunas pinzas (para tender ropa, cerrar bolsas de plástico, etc.)
  • Una toalla pequeña y ligera (como las que venden en Coronel Tapioca, por ejemplo)
  • Un neceser con medicamentos (donde pondrás notas sobre cómo aplicarlos)
  • Un neceser con jabón, cremas, etc. (mejor si son de tipo pequeño de hotel o muestras)
  • Para nosotras: algunas compresas o tampones, aunque se pueden comprar en destino (cosas especiales como compresas con alas o tipo tanga, incluso la marca Tampax, etc. mejor traerlas de casa, porque no hay en muchos lugares).
  • Los anticonceptivos que se utilicen, aunque no hay problema para comprar condones.
  • Un chubasquero plegable, como los que venden en Decathlon, o si llevas mochila, un poncho que te servirá para cubrirla (aunque dan mucho calor, pero al menos no se te va a mojar el equipaje).
  • Candados para la mochila o maleta.
  • Fotocopias de los pasaportes y de otros documentos como pólizas de seguros, tarjetas sanitarias, etc.
  • Una tarjeta de crédito de repuesto por si pierdes las principales, bien escondida dentro del equipaje, junto con algo de dinero.
  • Unas gafas de sol, una gorra y crema solar.
  • Si usas gafas y lentes de contacto, un repuesto para cada, así como un bote pequeño de líquido para lentillas (en destino suelen vender). Ve a tu óptica y que te hagan un documento con tu graduación, por si las pierdes y te tienen que hacer unas en destino.
  • Un kit de costura de los que regalan en los hoteles.
  • Un par de bolsas de plástico (siempre van bien).
  • La guía de viajes. Si visitas varios países, puedes llevar solo la guia del primero y del resto las vas comprando en destino (en muchas zonas de Asia las venden fotocopiadas en inglés).
  • Un libro de lectura o lo que te entretenga (sudokus, etc.).

Qué poner en la mochila pequeña que no vas a perder por nada del mundo (como nos pasó a nosotros), porque seria una catástrofe mundial:
  • Dinero en efectivo (no hace falta mucho, puedes ir sacando de los cajeros automáticos con la tarjeta de crédito)
  • 2 tarjetas de crédito como mínimo, una de ellas a poder ser de un banco internacional (Citibank, por ejemplo), por si hay problemas. 
  • Pasaporte y algunas fotografías de carné por si tienes que hacer visados.
  • Carné de conducir internacional.
  • Cámara de fotos o de vídeo con su cableado y baterías, y resto de aparatos que llevéis (portátil, Ipad, etc.).
  • Guia y documentos de viaje (reservas, mapas, etc.).
  • Otras tarjetas: del seguro de viajes, de estudiante, etc.
  • Las gafas y lentillas.
  • Algunos medicamentos imprescindibles y métodos anticonceptivos.
  • Agenda con los principales teléfonos que necesites.
  • Un lápiz de memoria donde habrás guardado toda la documentacion importante escaneada, así como datos de tarjetas, de bancos online (recomiendo trabajar con uno como mínimo) y contraseñas (guarda esto de forma codificada, que solo puedas entender tu).
  • Algo de comida y bebida de supervivencia (nunca sabes cuando te vas a quedar tirado sin ningún restaurante cerca).

    sábado, 31 de mayo de 2008

    China: Kunming, el mahjong y las sillas de mimbre

    Kunming: tradición y modernidad
    La región de Yunnan, en el sudoeste de China, es lo mas cerca que estuvimos del Tibet, ya que no pudimos obtener el permiso necesario para poder entrar (estaban a punto de celebrar las Olimpiadas y no dejaban a los turistas ir al Tibet). De hecho, si se tiene poco presupuesto uno puede hacerse una idea bastante buena de lo que es el Tibet en Yunnan, sobre todo en Zhongdian – o Shangri La, como la llaman turísticamente los chinos-, donde se encuentra un monasterio en versión reducida del Potala de Lhasa.

    La capital de la región es Kunming, una ciudad con algún que otro atractivo aunque no demasiado turística, por lo que resulta complicado encontrar agencias de viajes en las que contratar tours y mas aun moverse por cuenta propia. La primera impresión de Kunming, y si además nunca has estado en China, es que no tiene nada que envidiar a una ciudad mediana estadounidense, con su skyline de rascacielos y multitud de centros comerciales. No esperábamos para nada que Kunming fuera una ciudad tan moderna y ostentosa.

    Tortugas pintadas en el Templo de Yuantong
    Nuestro primer día en una ciudad china ya fue decepcionante, pues pensamos que podíamos ir a cualquier sitio en transporte público: nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, intentamos ir al Templo de Bambú siguiendo las indicaciones de la Lonely Planet, con el resultado de que perdimos unas horas buscando un bus inexistente hasta que desesperados acabamos preguntando en una comisaría. Los policías muy amables pero ninguno hablaba inglés, hasta que apareció una mujer que chapurreaba algo, pero tampoco nos supo decir cómo ir al Templo de Bambú. 


    Ancianas jugando al mahjong
    Después de darnos de frente con la realidad -en China casi no se habla inglés-, optamos por recorrer a pie los principales puntos de interés de la ciudad. Destacan en Kunming el gran complejo budista de Yuantong y las Pagodas del Este y el Oeste. El primero sorprende por los centenares de tortugas que hay en su lago, algunas de ellas con el caparazón pintado... En cuanto a las pagodas, lo mas divertido  es dar una vuelta por un parque que hay al lado lleno de abuelitos jugando al mahjong (una especie de dominó muy complicado). Un abuelo nos invitó a probar el juego, y ya nos ves ahí sentados frente a el mirando el tablero sin saber que hacer, el abuelo mirándonos a nosotros esperando que moviéramos alguna ficha, y así estuvimos cinco minutos con cara de tontos hasta que al final le dijimos al pobre abuelo con gestos que no teníamos ni idea... Desde luego éramos la atracción del parque, porque a continuación una abuela nos cogió por banda y nos invito a sentarnos un rato con ella, con el propósito, como no, de contarnos su vida de joven: que si había vivido en Shanghai, que allí había aprendido inglés, que de Kunming solo le gustaba el clima primaveral, etc. Ya nos ves ahí escuchando a la pobre viejecita y pensando como se lo decíamos para irnos, al final nos despedimos amablemente y nos alegramos de haber hecho un poco de compañía a aquella anciana...

    Coreografía con abanicos en el Parque del Lago Verde
    Ya por la tarde, fuimos al Parque del Lago Verde, que estaba abarrotado de chinos que se divertían a su manera: niños sobre divertidos patines en el lago, gente bailando en círculos, mujeres ensayando una coreografía con abanicos... En fin, toda una variedad de vida social china concentrada en un parque. 
    Sin embargo, lo más interesante de Kunming está en las afueras,  concretamente en Xi Shan (montaña del oeste), un lugar lleno de templos esparcidos por la montaña, que culmina en la cima con la Puerta del Dragón, un conjunto de grutas, esculturas, corredores y pabellones adosados a un precipicio. Por suerte, para ir A Xi Shan  sí que encontramos un bus, concretamente el 51 desde Wu Ting Qiao, parando en Gao Yao. La vuelta la tuvimos que hacer en furgoneta. Encima que nos salió más caro que el bus, el conductor tuvo el morro de parar a medio camino, hacernos bajar y mandarnos subir a un autobús publico que iba abarrotado –cuando habíamos pagado 20 yuanes por viajar sentados-. Nos enfadamos tanto que al bajar de la furgoneta nos llevamos un par de asientos de mimbre, los cuales usamos para sentarnos en el bus. Ya nos veis a nosotros dos en un bus lleno de chinos de pie, allí sentados en un par de ridículas sillas de mimbre... Pues así íbamos y, claro, todos los chinos se reían de nosotros, pero nosotros ni caso que bien que íbamos sentados mientras que los demás iban de pie..

    En la Puerta del Dragón, tocando una piedra que da suerte







    viernes, 30 de mayo de 2008

    China: la frontera y el bus-litera de Hekou a Kunming

    Nos costó sudor y lágrimas entrar a China, ¡pero lo conseguimos!
    Entramos a China por la ciudad de Hekou, al otro lado de un puente que la separa de Lao Cai (Vietnam). Antes de poder coger el autobús-litera que nos llevaría a Kunming, tuvimos que pasar por unos engorrosos trámites en la frontera, que nos llevaron casi una hora. En primer lugar, nos hicieron rellenar unos papeles. Luego, una amable pareja de policías –la chica hablaba un poco de inglés-, nos hicieron pasar a una sala, donde estaban registrando el equipaje de una pareja de japoneses. Tuvimos que esperar un rato hasta que empezaron a registrar lo nuestro: hubo que abrir todas las bolsas y se lo miraban todo, poniendo especial atención en los libros y revistas. Habiendo leído que a algunos viajeros les habían confiscado la guía de Lonely Planet, por el absurdo motivo de que en el mapa de China la región del Tibet aparecía con un color distinto, me cuidé de esconderla bien entre las ropas, y cuando me preguntaron si llevaba algún libro más les dije que eso era todo. En cuanto al portátil, en un momento dado se lo empezaron a mirar como si quisieran encenderlo y mirar su contenido, pero yo les dije rápidamente que sólo lo usábamos para descargar las fotos, y no sé si fue por esto o porque les daba pereza que nos lo dieron por conforme. Así que finalmente nos dieron el visto bueno y pudimos pasar por el mostrador donde nos pusieron el sello de entrada. Creíamos que ya estaba todo, pero aun no había terminado la odisea: tuvimos que pasar el equipaje por un escaner, tras lo cual otra policía nos dijo que le mostráramos los libros que llevábamos -otra vez?, pensamos- , a  lo que una vez más utilicé la misma táctica de dárselo todo menos la Lonely Planet que seguía escondida. Después de mirárselos con suma lentitud, nos preguntó si llevábamos algún otro libro que hiciera referencia a China, a lo que le respondí descaradamente que no, aunque por dentro temblaba como una hoja... Afortunadamente me creyó, dejó de fisgonear el equipaje y finalmente pudimos salir de aquella pesadilla burocrática, con nuestros pasaportes en regla y listos para empezar nuestra aventura china.

    Auténticas literas rollo militar en el bus a Kunming
    Gracias a las indicaciones de aquella mujer policía pudimos encontrar en un par de minutos y sin dificultad la estación de autobuses. Como ya teníamos el billete, que habíamos adquirido a través de una agencia de viajes de Sapa (nos salió unos 6 euros más caro, pero así ya teníamos la reserva hecha); mostramos el billete a una especie de vigilante y nos indicó el bus que teníamos que coger. Cuando lo vimos nos quedamos bastante sorprendidos: era un bus con literas de verdad, es decir, no los típicos asientos que se reclinan 180 grados para parecer una cama, sinó que había ¡dos filas de literas metálicas de dos camas cada una, como en la mili!. Estaban numeradas y nos tocaron unas arriba. Colocamos como pudimos nuestras pertenencias en la cama y nos predispusimos a sentirnos como sardinas enlatadas en las ocho horas que nos esperaban de camino…

    El bus se llenó del todo y, aparte de otra pareja japonesa y un holandés, el resto eran chinos. Salió puntual y empezó el recorrido paralelo al curso de un río, entre paisajes montañosos. La carretera estaba bastante mal, la mayor parte del tiempo íbamos botando, lo que dificultó el dormir, si es que alguna vez tuvimos la esperanza de hacerlo... A las 2 horas se paró para ir a unos servicios que parecían sacados de una película de miedo: una chica a la entrada cobrando medio yuan para poder acceder –para mi perplejidad y asombro- a una estancia donde simplemente había dos agujeros en el suelo en los que tenías que hacer tus cosas con una china al lado y las demás haciendo cola mirando… En fin, alucinante episodio del viaje del cual Jordi se libró, pues prefirió irse a un lugar apartado en la calle. Dos horas más de trayecto y el bus volvió a parar en una especie de restaurante; esta vez preferí aguantarme y no bajé, tampoco fuimos a comer y pasamos con los snacks que llevábamos.

    Finalmente llegamos sobre las 7 de la mañana a la estación de Kunming. La primera impresión no fue muy buena: grandes avenidas grises y desoladas. Cogimos la Beijing Lu, una calle principal, y subimos unos veinte minutos hasta encontrar un hotel que salía en la Lonely Planet, el Kunhu Fandian. La recepcionista, en un inglés correcto, nos dejó la habitación, con baño compartido, por 80 yuanes. Antes fuimos a ver la habitación y los baños y nos parecieron limpios y correctos. Cabe decir que el hotel era tan grande y estaba tan poco lleno –no vimos por ninguna parte la multitud de mochilleros que según la guía acudían a ese hotel-, que en los baños siempre estuvimos solos. Sin embargo, hubo dos problemas: los lavabos eran de tipo chino, es decir, agujero en el suelo –a mí me daba igual, pero Jordi no podía con eso y se iba a los lavabos de otros hoteles-; por otra parte, en la agencia de viajes del hotel no hablaban inglés, por lo que, entre otras cosas, nos quedamos sin poder contratar una excursión para ir a ver el Bosque de Piedra, ya que tampoco encontramos los autobuses que iban allí. Finalmente,  otra curiosidad de aquel hotel: Jordi vio a un cliente lavándose los dientes –hasta ahí todo normal-, lo extraño es que lo hacía ¡sentado en cuclillas sobre el lavabo!

    lunes, 19 de mayo de 2008

    Vietnam: Bahía de Halong e Isla de Cat Ba

    Típicas montañas de la Bahía de Halong
    Uno de los barcos de madera que hace la ruta de Halong
     El tour por la Bahía de Halong es, en nuestra opinión, indispensable si se visita Vietnam, aunque esté masificado. Si se dispone de tiempo, es aconsejable contratar como mínimo dos días y pasar una noche en el barco, ya que en la excursión de un día apenas se aprecia la belleza de este lugar. Nosotros teníamos que hacer tiempo pues nos estaban tramitando el visado para China, así que contratamos el tour de tres días con una noche extra en la Isla de Cat Ba. Nos salió por 106 dólares los cuatro días, con todo incluído excepto un par de comidas en Cat Ba.

    A parte de unos pocos barcos de lujo que se disparan de precio, el resto son todos más o menos iguales, de madera con las típicas velas de color naranja, que casi nunca despliegan –sólo para las fotos publicitarias-. Los camarotes tienen dos camas, baño y ventilador, y si se quiere aire acondicionado o mejor comida se tiene que pagar un plus. Si se anda corto de presupuesto cabe decir que no vale la pena pagar más por el aire acondicionado y por la comida.

    Jordi esperando el kayac para visitar el pueblo de pescadores
    El primer día te llevan en minibús a Halong, desde donde parten los barcos, en un viaje de unas tres horas desde Hanoi. Embarcas y empieza el fascinante viaje por la bahía, salpicada de altas montañas con forma de flan. Nosotros no tuvimos mucha suerte con las vistas ya que estaba nublado y las montañas lejanas apenas se veían. Atracamos en una zona espectacular que parecía sacada de la película Piratas del Caribe, donde visitamos dos cuevas. La primera es la mejor, con formaciones preciosas que se han encargado de realzar con iluminación de colores. La segunda no está tan bien iluminada y resulta menos interesante.

    A continuación seguimos navegando para pasar por un “fishing village”, que es un conjunto de pequeñas casas flotantes donde la gente vive, y muchos de ellos se dedican al cultivo de perlas, que luego se pueden comprar en la Isla de Cat Ba. Pudimos visitar un poblado de estos en kayac, fue una experiencia muy placentera ya que las aguas estuvieron en todo momento muy tranquilas y pudimos ver de cerca las peculiaridades de este estilo de vida. Después nos dimos un chapuzón en el mar, cenamos en el barco y descansamos en una de las tumbonas de cubierta, contemplando la luz del día desaparecer entre las espectaculares montañas.

    Una playa de Cat Ba
    Al día siguiente nos llevaron a la Isla de Cat Ba. Esta isla es la única poblada en la Bahía de Halong y se está convirtiendo en un importante polo de atracción turística, sobre todo para los vietnamitas que quieren ir a la playa el fin de semana. Cabe decir que la isla tiene un montón de recursos naturales aparte de sus preciosas playas. Buena parte de la misma está formada por un Parque Natural protegido, que alberga formaciones montañosas espectaculares y una rica flora y fauna. En el paquete que contratamos entraba un trekking a una de las montañas, así que con un guía local y otros viajeros empezamos una ascensión de una hora y media más o menos. Hubiera sido fácil si no fuera porque había llovido mucho y estaba todo enfangado y resbaladizo. Después de llegar milagrosamente sanos y salvos a la cima, la vista no nos recompensó por culpa de la niebla, aunque a través de ella se adivinaba un conjunto espectacular de montañas que, en un día soleado, hubiera compensando con creces el esfuerzo de subir.

    Dos monos en "su isla"
    Descansamos comiendo en un barco que luego nos dejó en “Monkey Island”, una isla protegida cerca de Cat Ba, donde, como su nombre indica, hay una extensa población de monos. Lo mejor de la isla, sin embargo, son sus playas, de fina arena blanca y con el telón de fondo de las abruptas montañas. Al cabo de un rato de estar por allí empezaron a aparecer los monos, para ver si podían conseguir comida de nosotros. Había que vigilar las pertenencias, porque a la que te despistabas te robaban cualquier cosa…

    Nos ofrecieron la posibilidad de volver a hacer kayac, pero preferimos bañarnos y tomar el sol. Claro que no sabíamos que cerca había una gruta para explorar, según nos contó una pareja unos días después, de haberlo sabido…

    Finalmente nos dejaron en un hotel en el Paseo Marítimo, con buenas vistas a la bahía. Entonces nos enteramos de una particularidad de Cat Ba: están casi todo el día sin electricidad, ¡hasta las siete de la tarde!. Primero pensamos que era un cuento del hotel, pero luego paseando nos dimos cuenta de que en todas partes estaban igual, sin luz. Luego, a las siete en punto, dieron la luz y todo cobró vida.

    En Cat Ba hay un montón de restaurantes con viveros en los que tienen gambas, pescado e incluso langostas. Puedes pedirles que te saquen del vivero el pescado y que te lo cocinen, a buen precio. Comimos doce gambas frescas y un plato de sepia, con cerveza y agua, por menos de seis euros.

    Los "japos" hasta se meten en el agua para sacar fotos...
    Al día siguiente nos dedicamos a explorar las playas de Cat Ba. Hay básicamente tres, llamadas simplemente Cat Co 1, 2 y 3. La que nos gustó más fue la 2. Todas están  a un quilómetro más o menos del pueblo y se accede fácilmente a pie. Cuentan con hamacas y sombrillas de pago, lavabos, vestidores, bares y restaurantes; incluso te venden bañador si no tienes. Estuvimos casi solos en la playa hasta las cuatro, luego empezaron a venir turistas japoneses con los que nos desternillamos de risa, viendo sus atuendos frikis para  el baño y las fotos tontas que se hacían. Los lugareños también van en masa a la playa, sobre todo los más jóvenes cuando terminan las clases. Así que para estar tranquilo, la mañana es el mejor momento para disfrutar de las tranquilas y tibias aguas, así como de los paisajes que, en cierto modo, nos recordaron a los de la Costa Brava.

    Puesta de sol en Cat Ba
    Por la tarde, a aquello de las seis, no hay nada mejor que pasear y hacer fotos de la puesta de sol, telón de fondo de los barcos de madera y de la vida pesquera que tiene lugar en la bahía.

    Aquella noche durante la cena nos vino a dar conversación un lugareño que resultó ser fisioterapeuta, con el propósito final, como no, de vendernos sus servicios. Y como no teníamos tampoco nada mejor que hacer, ya nos ves a los dos subidos en su moto –tres en moto es de lo más normal en Vietnam- yendo a su casa, donde se había montado la consulta… ¡en el garaje! La camilla y el mueble-estantería con los aceites y ungüentos compartían espacio con la moto, las herramientas y otras cosas por el estilo…Jordi y yo nos miramos como diciendo que a ver qué hacíamos allí, pero ya en aquel punto decidimos seguir el juego, además no convenía enfadarse con aquel hombre que nos tenía que llevar de vuelta , que aquella casa estaba en el quinto pino... Así que cada uno tuvo su correspondiente masaje de espalda que, todo hay que decirlo, fue más profesional de lo que esperábamos, lástima la decoración...

    domingo, 18 de mayo de 2008

    Vietnam: Hanoi, el Complejo Ho Chi Minh y otros lugares

    Afortunadamente tanto Jordi como yo estamos ya recuperados y nos morimos de ganas de empezar a visitar lugares. Empezamos por el complejo Ho Chi Minh, una vasta extensión formada por el Mausoleo de Ho Chi Minh, el complejo residencial donde está la casa en la que residió Ho Chi Minh durante unos años, la Pagoda del Pilar Único y el Palacio Presidencial.

    Cola en el Mausoleo de Ho Chi Minh

    Debido a las largas colas, hay que presentarse bastante temprano. El Mausoleo no es más que un austero edificio de mármol donde se expone el cuerpo embalsamado de Ho Chi Minh. Cabe decir que el cuerpo está magníficamente conservado y parece que sólo esté durmiendo. Aunque la visita dura menos de un minuto, la espera puede prolongarse más de una hora, ya que se requieren engorrosos trámites, como dejar las bolsas en una taquilla, pasar por un arco de seguridad, etc.

    A continuación vemos por fuera –ya que no dejan entrar- la casa de Ho Chi Minh, así como una pequeña pagoda bastante singular suspendida sobre un único pilar dentro de un lago –la Pagoda del Pilar Único-. En cuanto al Palacio Presidencial, no está abierto al público.

    Ya fuera del Complejo Ho Chi Minh, nos dirigimos a ver otro bonito lago dentro de Hanoi, el Lago Ho Tay. Por un puente se accede a un islote en el cual se encuentra la pequeña y acogedora Pagoda Tran Quoc. En ella tenemos una agradable sorpresa al coincidir con un numeroso grupo de mujeres entonando unos cantos religiosos.

    Jordi en la curiosa Pagoda del Pilar Único
    Culto católico en Hanoi: la Catedral de San José
    Finalmente terminamos el día recorriendo las callejuelas del casco antiguo, que curiosamente están divididas por oficios en su mayor parte. Así por ejemplo, te encuentras con una calle en la que sólo se venden zapatos, otra para la seda, otra de herbolarios, otra de ópticas, etc. Ni qué decir tiene que el tema facilita enormemente las compras. Y aunque no se quiera comprar, es totalmente recomendable hacer este recorrido a pie y sin prisas, para observar la cotidianidad de los vietnamitas y los variopintos productos que venden.



    Consejos:

    El dueño del Ladybird, haciendo su "hotpot"
    • Para cenar, dos sitios estupendos: el restaurante Ladybird, llevado por un joven vietnamita simpatiquísimo, que te cocinará él mismo delante tuyo el famoso plato “hotpot” (una especie de caldo) o el “grilled fish”(pescado a la plancha con especias); y el 69, donde también se pueden degustar sabrosos platos vietnamitas. Ambos restaurantes están el casco viejo, tienen una excelente relación calidad-precio y una cuidada decoración.
    • Compras: Vietnam es un buen sitio para comprar ropa y accesorios a precios de ganga. Hanoi es particularmente un buen sitio, ya que los establecimientos de un mismo ramo se concentran en una calle. Después de comparar en unas cuantas ópticas, encargué en una unas gafas graduadas de marca  por 20 euros… Me las hicieron en un día, aunque apuesto que si se las hubiera pedido en unas horas también las habría tenido.

    sábado, 17 de mayo de 2008

    Vietnam: si te pones malo en Hanoi, prepara tu Visa

    Quizás ha sido el batido de limón, o lo que llevaban los rollitos de primavera al estilo vietnamita de la cena, pero el caso es que he pasado una de las peores noches de mi vida, levantándome cada media hora para ir a vomitar y con diarrea. Me tomo una pastilla de Primperán pero también la echo, así que por la mañana decidimos ir a un hospital, en concreto uno que sale en la Lonely Planet donde pone que el personal habla inglés. Primero llamo al teléfono del seguro de viaje para confirmar que no habrá ningún problema, pero el servicio 24 horas que prometen no es tal y nadie contesta. Así que nos la jugamos y vamos a la clínica en taxi, donde primero me hacen rellenar una serie de engorrosos formularios y me dicen que los cuidados valdrán 100 dólares. Bueno, lo puedo asumir, pienso yo, lo que no me dicen es que esto sólo incluye la visita del médico, porque todo lo demás –las medicinas que me suministran, el análisis de sangre que me hacen, etc.- es a parte, y la factura sube al final… ¡¡¡765 dólares!!! Dios, espero que el seguro lo pague...

    Diagnóstico para vómitos, diarrea y un poco de fiebre: gastroenteritis. O sea, que he pillado un virus no sé como. Al menos me han parado los vómitos con Primperan inyectado, me han dado Smecta para el estómago y antibióticos. He estado cuatro horas en una camilla, rezando para que no me subiera demasiado la fiebre y me pudiera marchar. Afortunadamente así ha sido, no sin antes intentar colarme un montón de medicamentos, gran parte de los cuales se los he devuelto porque ya los tengo en mi botiquín. Con eso nos hemos ahorrado unos 100 y pico de dólares. 

    Me paso el resto del día en la cama del hotel mirando una peli en inglés y rezando para que los medicamentos hagan efecto y no me vuelvan los vómitos. Así hemos perdido un día en Hanoi, sin poder visitar nada ni preparar ninguna excursión. Además, este horrible día aun no ha terminado... Cuando yo ya estoy recuperada, por la noche es Jordi quien empieza a tener vómitos y fiebre... Decido medicarle yo misma, así que le doy Primperán y, por suerte, él no echa la pastilla y le hace efecto. También le doy de mis antibióticos, porque está claro que ha pillado el mismo virus que yo. Afortunadamente, Jordi no necesita ir al hospital y por la mañana ya está recuperado, vaya susto...

    Jordi: este ha sido uno de los peores momentos del viaje, ver como tu pareja se pone tan mal y tener que llevarla al hospital, donde además te empiezan a preguntar cosas en inglés y tú no enteras de la misa la mitad... Menos mal que ella podía hablar con los médicos por sí misma, porque yo no puede ser de gran ayuda. En estos momentos es cuando te arrepientes de veras de no saber inglés, piensas en el tiempo que podías haber dedicado a ir a clase en lugar de jugar a la "play" u otras cosas innecesarias...

    Consejo: si os pasa algo parecido en Hanoi u otras ciudades asiáticas, la clínica se llama International Sos, y os recomiendo que antes os aseguréis que os lo va a cubrir vuestro seguro de viaje, porque es carísima, aunque el servicio es excelente. Si no podéis contactar con el seguro, guardad bien todas las facturas, diagnósticos médicos, etc. y presentadlo a la vuelta. En mi caso, el seguro de mi mutua médica, Medifiatc, sí lo pagó una vez enviada la factura.